LATIDOS
«Latidos» – «Regalando Magia» – «La Danza del Viento» – «¡Atrápalo!» – «Los Tiempos Modernos no cambian» – «Cuando una puerta se cierra otra se abre»
Hace ya muchos años el estornudo de un constipado mal curado me dejó una rareza que es la causante de que a mi puerta acudan cada día cientos de personas. Vienen a que escuche los Latidos de su corazón. Soy capaz de traducir sus ritmos.
Si la contracción de un corazón es fuerte, me habla de su determinación ante los asuntos de la vida; si por el contrario es suave, sé que es la alegría la que da comienzo a sus mañanas. Pero si esas contracciones duelen, entonces es la angustia que lo aflige al recordar un nombre, un lugar, un rostro.
Sus pulsaciones me indican si un amor ha llegado a su vida para quedarse… o para decir adiós. Las arritmias me preparan para contener a un corazón de un mal pensamiento. Si está oprimido, es que alguna mirada se le ha echado encima como si de un mal de ojo se tratase; si se expande ocupando cavidades que no son suyas, entonces el orgullo se apoderó de él. En general, la frecuencia cardíaca de un corazón me avisa de la serenidad o la falta de esta ante lo que sus ojos presencian.
No soy adivina, simplemente da tranquilidad saber lo que un latido expresa. Hay quién dice que voy regalando magia cuando poso mis manos sobre su pecho y hablo de corazón a corazón: Pun-pun, Pun-pun, Pun-pun, Pun-pun…
…es como una vieja danza en la que el viento golpea a ritmo de blues.
Solo hay un corazón que no supe traducir y fue por eso mismo que se paró: el mío propio. Una fuerte sacudida lo dejó en silencio, varado en la espera del latido que no venía. ¡Atrápalo!, gritaba mi mente, pero el tiempo quedó detenido en una aspiración infinita… hasta aquel estornudo.
A partir de ese momento mi corazón necesitó de los otros para poner sus latidos a punto. Los oigo formando un eco prolongado con un mensaje latente que debo transmitir para que no se olvide: Cuando una puerta se cierra otra se abre… otra se abre…
Que así sea.