Isabel fue una mujer muy poderosa en un mundo de hombres. Una mujer que participó activamente en la Reconquista. Una mujer que se apropió de la capacidad de impartir justicia, hasta entonces privilegio exclusivamente masculino. ¿Quién más podría servir de inspiración para la pieza que revolucionó el noble juego del ajedrez? El acompañante del rey pasó a ser la gran dama, la Reina, la pieza más poderosa del tablero con movimientos ilimitados. Las reglas del juego habían cambiado. A esta conclusión llegó el historiador holandés, afincado en España, Govert Westerveld tras quince años de investigación.

Los orígenes del ajedrez se remontan al siglo VI a.C en la India, aunque no entra en Europa hasta la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica en el 711. En su forma más antigua se le conocía como Chaturanga, y en él la Dama no existía. En aquel tiempo los colores del tablero eran rojo y negro, por ser estos colores comunes, y aunque el número de casillas y la disposición de las figuras eran igual a las que conocemos en la actualidad, sus movimientos no.

Al principio fue un pasatiempo de ricos, de gran popularidad ya que, como era un juego muy lento y las partidas se hacían muy largas, se mezclaban con bailes, conversaciones y galanterías, que lo hicieron muy popular. Y no solo sirvió para cortejar, sino también para jugarse el dinero en apuestas.

Con el tiempo, el juego interesó a todos por igual, ya fueran ricos, pobres, musulmanes o cristianos. Así lo afirma el rey Alfonso X El Sabio en su Libro de Xadrez, dados e tablas (1283) donde escribe, en castellano antiguo, que el ajedrez es una magnífica herramienta para la buena convivencia de musulmanes, judíos y cristianos.

En este tiempo, el lugar de la dama lo ocupaba el acompañante del rey, la alferza, un peón que solo podía ir a una casilla contigua en diagonal en cualquier dirección. Las partidas se eternizaban y, en lugar de jaque mate, solían acabar con rey robado (donde se comían todas las piezas del rival menos la del rey).

Es a finales del siglo XV cuando nace el ajedrez con las reglas actuales. Y nace en España, probablemente en Valencia, en homenaje a Isabel La Católica. Una conclusión a la que llegó el historiador Govert Westerveld tras su investigación. Se incorpora así la Reina como pieza muy poderosa (al igual que lo era la reina Isabel), convirtiéndolo en un juego de guerra de gran dinamismo, con partidas más cortas que exigían mucha concentración, por lo que resultó incompatible con el cortejo y los bailes.

Desde España, el juego, con sus nuevas reglas, se difundió por toda Europa y América, conociéndose como el “Ajedrez de la Reina”. Y fue durante el reinado de Felipe II, cuando se celebró, en Madrid, el primer torneo internacional entre la escuela española y la italiana.